Historia

Virgen del Carmen
de la Carihuela,
Madre y Reina de los Mares

La historia de la Virgen del Carmen de la Carihuela está marcada por la adversidad, pero también por la fe indestructible de su pueblo.

Desde los últimos compases del siglo XIX, en el barrio marinero de La Carihuela, el alma de un pueblo se ha refugiado en los brazos protectores de la Virgen del Carmen. Fue en este rincón de Torremolinos donde se erigió una pequeña ermita, un espacio sagrado que no solo albergaba una imagen, sino que daba cobijo al fervor y las plegarias de generaciones de pescadores que encontraban en Ella su consuelo, su guía, y la luz que los protegía de los peligros del mar. Aquella pequeña ermita creció y se adaptó con el tiempo, al ritmo de un barrio que veía cómo su población aumentaba. En 1953, esa capilla fue elevada a Parroquia de Nuestra Señora del Carmen, un lugar de encuentro espiritual que ha sido el corazón latente de la devoción marinera desde entonces. Y aunque ha sufrido modificaciones y remodelaciones, como la última en 1979, su esencia ha permanecido inmutable: la Virgen del Carmen, la Estrella de los Mares, sigue siendo la protectora de todos aquellos que habitan este rincón bendecido por el Mediterráneo.

En los oscuros días de 1937, durante la Guerra Civil, el comité comunista tomó la ermita y la convirtió en su sede, arrasando con todas las imágenes sagradas, incluida la de Nuestra Señora. Sin embargo, en medio de aquella destrucción, un pequeño milagro ocurrió: el Niño Dios, que formaba parte del conjunto escultórico, cayó al suelo y fue salvado por una vecina del barrio. Aquel gesto, sencillo y cargado de amor, fue el hilo que mantuvo viva la esperanza de recuperar algún día a su Virgen. Y así fue. En 1940, el escultor malagueño Francisco Palma Burgos, conocido por su sensibilidad artística y religiosa, creó en tan solo tres meses una nueva imagen de la Virgen del Carmen. A esa nueva talla se le añadió el Niño Jesús que había sobrevivido a la quema de imágenes, y con ese pequeño rescate se restauró no solo una figura, sino el corazón de una devoción. Desde ese momento, la nueva imagen de la Virgen fue objeto de culto y amor por parte de los vecinos, quienes volvieron a encontrar en sus ojos la serenidad que tanto anhelaban.

La hermandad y un sueño
hecho realidad

En 1987, la devoción por la Virgen del Carmen dio un paso decisivo con la fundación de la Hermandad de Marineros de Nuestra Señora del Carmen de La Carihuela. Con la creación de la hermandad, se estableció una estructura sólida que permitió una mejor organización de los actos en honor a la Virgen y, sobre todo, el fomento de una devoción aún más arraigada. Desde entonces, la Hermandad ha sido la encargada de custodiar y promover el culto a la Virgen, guiada por un profundo amor y respeto hacia Ella.

Este amor fue reconocido oficialmente en 1993, cuando el Obispo de Málaga, Antonio Dorado Soto, nombró a la Virgen del Carmen Patrona de Torremolinos. Ese mismo año, el 16 de julio, fue proclamada Alcaldesa Honoraria de la ciudad, un título que simboliza el inmenso cariño que todo el municipio siente por su Madre y Protectora.

El momento más glorioso en la historia reciente de la Virgen del Carmen de la Carihuela llegó el 16 de julio de 1997, cuando fue coronada litúrgicamente en una emotiva Misa celebrada en la playa, justo antes de su tradicional embarque. Este acto, lleno de emoción y lágrimas, fue el reconocimiento de un pueblo que durante décadas había vivido con devoción inquebrantable hacia su Reina. La coronación fue un hito que marcó para siempre la historia de la hermandad y de todos los devotos de la Virgen.

La Tradición y la Carihuela

Finalmente, el 6 de junio de 2001, la Hermandad fue erigida canónicamente en la Parroquia de Nuestra Señora del Carmen de La Carihuela, bajo la autoridad eclesiástica. Desde entonces, la Hermandad sigue manteniendo viva una tradición que se renueva cada año, con el mismo amor, la misma fe, y la misma pasión de siempre.

La Virgen del Carmen de La Carihuela no es solo una imagen sagrada; es el corazón y el alma de un pueblo que mira al mar con esperanza y fe. Su mirada maternal acompaña a los pescadores y marineros en cada faena, y su presencia se siente en cada rincón de La Carihuela. Cada julio, cuando el barrio se viste de fiesta para honrarla, se renueva un pacto de amor que trasciende el tiempo, una devoción que no conoce fronteras ni generaciones.

Ella es más que una Reina del Mar; es la protectora, la guía, y el refugio de todos aquellos que encuentran en su manto un abrazo que los acompaña siempre.